Se suele afirmar que el cristianismo es una religión de la palabra. Así, abordar el silencio y la quietud significa ser consciente de la tensión entre el habla y el silencio. Berger es coherente cuando se pregunta: ¿Realmente...
¿Cómo pudo ocurrir que un pequeño grupo de disidentes judíos de Jerusalén conquistara, en el espacio de unos pocos decenios, el mundo entonces conocido?