Las palabras heridas

LAS PALABRAS HERIDAS Hace algún tiempo, no demasiado, que descubrí las colecciones policíacas del prolífico y estupendo escritor Jordi Sierra i Fabra. Autor galardonado con un sinfín de premios en los géneros de Literatura Infantil, Literatura Juvenil, Literatura musical. A través de cualquiera de sus colecciones puede atraer y entusiasma la atención del lector. Las series de detectives que conozco de este autor son: la colección del Inspector Miquel Mascarell (el inspector de policía republicano que, con 55 años en 1939, se quedó en Barcelona por enfermedad de su esposa, fue apresado, pasó más de ocho años y medio trabajando en El Valle de los Caídos, se le indulta la pena de muerte…) que en 1947 vuelve a una Barcelona en que la injusticia del capitalismo despierta su adormecido espíritu detectivesco y justiciero; las cuatro obras del Inspector Hilario Soler (inspector en la Barcelona de los años sesenta, con su fiel subinspector Quesada, en asuntos como los horrores de la censura, la violencia de los militares, el tráfico de niños y la corrupción en los políticos), y en la serie recién nacida y más reciente de Magda Ventura, periodista de investigación de 42 años, cuya única aventura –por ahora- es “La conspiración del coltán” reseñada junto a su ficha publicitaria por este su servidor para estas lides. Husmeando un poco entre su amplísima obra para poder presentar una idea global tanto del fondo como de la forma en la diversidad de géneros del autor, la curiosidad me atrajo hacia esta obra titulada “Las palabras heridas”. La leí. La leí de una tirada, y no es frase hecha. Leí y releí algunos de sus pasajes, volví atrás. Confiné y terminé. Dos aspectos acudieron de primeras a cimentar mi reseña. Uno. Es un libro perfectamente aconsejable para los jóvenes que empiezan a pensar por su cuenta. Para todo ese colectivo que ha asumido una retahíla de hechos que les han contado y que los han admitido sin ningún tipo de cuestionamiento. Y los han aceptado como lo políticamente correcto, y con la fe con que otras generaciones anteriores depositaron en los evangelios católicos. En la novela se narra la historia de Li Huan, el protagonista, con sus 18 años, el abandono del hogar paterno, el servicio militar, el primer trabajo, la empresa, los jefes, los mandos intermedios, los compañeros… Y dos. El segundo aspecto sobre el que pivotar la reseña es su presentación de relato en forma de parábola universal que permite esos giros que, por unos y otros motivos plantea la vida a cada cual, ese giro tal vez definitivo que hace temblar y derrumbarse para muchos unas expectativas de vida equivocadas, a lo que colabora la forma escueta en que presenta la narración en un tiempo y en un lugar indeterminados para conseguir con el ambiente y los personajes el retrato de un tema universal. (continuación) Al lector adulto, esta historia de Li Huan le recuerda la canción “Libertad, libertad sin ira” que cantaba el grupo Jarcha por el año 76 –si no me falla la memoria-. Al lector más joven le vienen a las mientes las historias de aquella historia general que no puede memorizar porque no conoció (porque es nueva: sin antecedentes recordables) porque se está diseñando y proclamando ahora. Y al lector veterano le sitúa en aquella historia ´acordada´ durante la transición en este país y también en la actual confabulación para cambiar las pautas de la civilización sobre moral, cultura y religión. Un final sobrecogedor intimida al lector en general por las circunstancias en que se ve envuelto el personaje central: el miedo ante una desconocida sensación de libertad que no se sabe asumir porque cuesta entender. El enfrentamiento con el pensamiento único de lo políticamente correcto impuesto oficialmente. La escritura es tan delicada en su prosa que aventura ritmos poéticos. Sorprende. Impacta. Emociona. El lenguaje puede parecer ingenuo pero es de lo más acertado. Totalmente ajustado en su construcción narrativa. El relato es la historia de Li Huan, el muchacho que duda cuando llega a pensar por sí mismo. Su realidad es una y confusa. Comprueba que la realidad de sus padres fue el miedo cuando él creía… Y ahora se le rompen los principios que parecían inamovibles. Saber enfrentar la propia vida puede ser más fácil con ayudas como estas lecturas pedagógicas. Sobre toda para un mundo en que en cualquier época de la vida se pueden resquebrajar los cimientos que parecían formar parte de la propia existencia.