Metro 2033

Buen libro de ciencia ficción con un mundo absorbente, complejo e inmersivo. Moscú ha caído. Después de una guerra nuclear la ciudad ya no es habitable, abocando a sus habitantes a esconderse en la entramada línea de metro para evitar la radiación y... otros peligros. Artyom, el protagonista de la historia, se ve, de repente, inmerso en una misión para salvar la línea de metro y es obligado a abandonar su hogar. Dicho así, la historia tiene una premisa muy simple, pero la trama crece y acaba siendo mucho más que el típico cuento del héroe que intenta salvar a la humanidad. Una de las cosas que más me han sorprendido es el worldbuilding. Cualquiera pensaría que una historia que ocurre en un metro carecería de un mundo complejo, obligando al autor a añadir interés a la trama a través de las relaciones entre los personajes y de agentes externos, pero no le hace falta. Dmitry Glukhovsky ha sabido trasladar parte de la política del mundo actual y ajustarla para que encaje en un escenario en el que la humanidad ha perdido su futuro. La política del metro de Moscú es casi inmersiva y, en ocasiones, mucho más impactante que el viaje del protagonista. Mientras avanza la trama se narran las tensiones entre las diferentes facciones y las ideologías implicadas en estas, provocando la sensación de que el metro cobra vida. Los personajes no se quedan atrás, ampliando esta iilusión. Algunos no se mantienen en la historia más de unas pocas páginas, pero ninguno es irrelevante. Unos influyen en los acontecimientos directamente, otros, mis favoritos, simplemente aportan puntos de vista. A través de sus palabras analizas la historia del último refugio de la humanidad desde diferentes posturas, algunas más racionales, otras... no tanto. Otro argumento a su favor es que, aunque sabía cómo iba a terminar todo (debido a haber jugado a su adaptación al videojuego), he disfrutado muchísimo. El videojuego y la novela se parecen bastante, pero esta última amplía el lore de manera que consigue inducir igualmente esa sensación de no poder parar de leer aunque sepas cómo va a concluir todo. Aunque no todo es bueno. El libro tiene un par de momentos en los que el ritmo no es el adecuado, sobretodo hacia el desenlace, el desarrollo de personaje del protagonista es vago y bastante plano y hay algunos giros argumentales que se abandonan y olvidan muy rápido, presumiblemente para ser usados en las secuelas. Esto último, no obstante, no me ha resultado demasiado molesto.