Desde que está dentro del útero, el bebé alterna los periodos de sueño y actividad, y esta alternancia se mantiene al nacer. El problema es que sus ciclos de sueño y vigilia no siempre coinciden con los de sus padres, de ahí que sea labor de éstos entrenarle en la adquisición del hábito de dormir. Así expresado suena fácil, sencillo y hasta comprensible, pero en la práctica, y tras una semana de cabezaditas alternativas, ojeras tridimensionales y nervios a flor de piel, son muchos los padres que se preguntan: ¿qué puedo hacer para que este niño duerma y me deje dormir?
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